Esta es una frase que muchos niños dicen especialmente en este momento del año y no es de extrañar después de tres meses de vacaciones. El caso es que un nuevo curso implica una dificultad, no solo por la vuelta a la rutina, sino porque a veces supone profesores nuevos, cambio de compañeros, aumento de la exigencia académica, o incluso un cambio de escuela.
Superar esta dificultad es diferente para un niño que comienza la guardería, al que se inicia en P3, o comienza primaria. Pero aquí no acaba la dificultad, cada nuevo curso exige un periodo de adaptación, incluido el paso a la ESO.
Hoy nos centraremos los niños que van por primera vez a la guardería y los que empiezan P3.
Todos hemos visto esas imágenes que ilustran la noticia del nuevo curso escolar y se ven infinidad de niños llorando desconsoladamente y que no quieren separarse de los brazos de sus papás.
Ante esta expectativa indeseable muchos padres intentan evitarlo con una “campaña” previa de motivación para que sus hijos no lo pasen mal. Podríamos pensar que la idea es buena. Pero veamos qué es lo que pasa.
Los padres explican a sus hijos (de 1 a 3 años) que en el cole se lo van a pasar muy bien, que no se preocupen, que harán muchos amigos y será divertido. Insistiendo una y otra vez en que todo irá bien, que tranquilos y que luego irán los papás a recogerlos. Los niños por pequeños que sean detectan la ansiedad de los padres y ven la contradicción entre la actitud y las palabras. “¿Si me lo voy a pasar bien y voy a tener amigos, por qué tendría que preocuparme?”. Por lo que en muchas ocasiones el temor comienza antes incluso del primer día.
El famoso primer día, ese en el que toda la familia se ha preparado con tiempo, todo el material, ha desayunado y va en bloque a la puerta de la escuela o guardería temiendo lo peor. Y llega el momento de la despedida, abrazos, besos y más abrazos y más besos. Algún niño ya está llorando y la tensión del ambiente se contagia. Los padres que no quieren que sus hijos lloren, los niños que les da miedo entrar y comienza el drama. Angustia, lloros….
En algunos casos el primer día, es más ligero, los niños entran sin saber muy bien qué va a pasar y el “mal rato” pasa rápido. El peor día es el segundo, los niños ya saben qué es lo que hay y dicen “¡No quiero ir a al cole!”. Los padres horrorizados siguen con su campaña de apología del cole y sus maravillas, sin valorar que no funciona o más bien todo lo contrario, porque los niños se sienten engañados y piensan: “¿No decías que iba a ser divertido? Ahora entiendo porque decías que no me preocupara”.
Y, al igual que en otro tipo de problemáticas cotidianas en la familia, los padres no se paran a valorar si lo que están haciendo con una excelente buena voluntad y considerando que es una buena idea, realmente tiene el efecto que buscan o no. Habitualmente, el resultado si no es el esperado se convierte en todo lo contrario porque agrava el problema. En este caso, el periodo de adaptación que todos los niños han de pasar al inicio del cole hasta que ellos mismos descubren que tiene cosas divertidas, que han hecho amiguitos y que su maestra/o es muy cariñosa/o, se puede complicar extraordinariamente, cuando los hijos empiezan a desconfiar de las palabras de sus padres y no se sienten comprendidos cuando les dicen: “No llores si será divertido, ya verás”.
Un niño que llora y recibe la orden de no llorar, en general, llora más. Y no me extraña. “¡Aún encima que estoy mal, no me entiendes!”. Así que llora con más intensidad para demostrar que claro que tiene motivos.
Por favor, papás tened paciencia, vuestro hijo superará esta adaptación, es una cuestión de 10 o 15 días, necesita ese tiempo para ver que estar lejos de los papás durante muchas horas no sólo es soportable sino que tiene cosas buenas. Es una adaptación para él y para vosotros. Pero vosotros sois los adultos y tenéis que ayudarle a él. No él a vosotros sin llorar.
Os proponemos varias cosas para facilitar este proceso de adaptación:
- Explicadle previamente al niño lo que pasará de forma breve y concisa. Pensad que él no tiene ni idea de horas ni sabe gestionar el tiempo. No le aporta nada que le digáis que estará tantas horas en el cole. Sus referencias son otras, por ejemplo le podéis decir que le recogeréis después de comer, o de merendar.
- Si es posible, días antes id con él a la escuela o guardería, que vea el centro educativo y empiece a familiarizarse con él.
- Id a comprar y preparad con el niño el material escolar, de esa manera se familiarizará con algunas de las muchas novedades que tendrá.
- Los días previos, no le engañéis diciendo que se lo pasará estupendamente, decidle cuántos niños habrá como se llama su profesor/a, qué actividades hará, qué comerá, etc. Datos objetivos. – Como es previsible que si el primer día no ha llorado, lo haga el segundo, vuestra reacción ha de ser empática y estratégica. Empática en el sentido de entender y aceptar que llore. Dejadle que llore, no pasa nada por llorar. Hay que aprender a sostener esto de ver un ser querido que sufre. Es más si prevemos que va a llorar, hay que avanzarse y pedirle ya en casa que llore. “Hijo como no quieres ir al cole y hoy toca ir, ya puedes empezar a llorar y desahogarte, te irá muy bien”. Esta orden estratégica suele tener un efecto paradójico ya que cuando nos ordenan llorar o reír, es difícil conseguirlo. Pero en caso de que el niño finalmente llorase, lo haría sabiendo que le entendemos y que los papás, saben que llorar es normal e incluso bueno y que él lo necesita. Cuanto más permiso tenga para llorar menos tiempo necesitará hacerlo. Antes terminará su adaptación.